Una vez fui a medir el nivel de aislamiento acústico entre los dormitorios principales de dos vecinos en la Vila Olímpica de Barcelona, los cuales se quejaban del bajo aislamiento y de la falta de intimidad.
Al llegar a su casa para hacer las mediciones vi inmediatamente dónde estaba el problema: parte de la divisoria entre vecinos era de madera contrachapada. La divisoria era de placas de yeso laminado, pero el último metro antes de que ésta contactara con la fachada, el yeso laminado se reemplazó por una placa de madera de unos pocos milímetros de grosor.
¿Por qué? Me preguntaréis. Porque ambos pisos compartían la misma carpintería de aluminio de la fachada, y justo en la divisoria de ambos pisos había la manija para abrir las ventanas de cada piso, más o menos como se ve en la foto siguiente. Si la pared hubiese sido de yeso laminado hasta la fachada, las ventanas no se hubiesen podido abrir. Para solucionar la papeleta el constructor puso una hoja de madera lo suficientemente delgada para que divida ambos pisos y que encajara entre las dos ventanas (señalado en la línea punteada en la foto) permitiendo que éstas se pudieran abrir.
Impresionante.
Evidentemente los vecinos me preguntaron por soluciones, pero estas únicamente pasaban por cambiar la carpintería de la fachada para poder reemplazar el contrachapado por placas de yeso laminado.
Lo siento, no tengo fotos. Creo que fue el año 2009 que hice estas mediciones.
¿Alguna vez os habéis encontrado un caso así? Por suerte yo sólo una vez.